martes, 6 de marzo de 2012

LA OTRA CARA DE LA CIENCIA (Parte III)


·         Científicas del S.XX.

Durante  este siglo, los movimientos de la emancipación de la mujer, el movimiento feminista y el pensamiento filosófico de la diferencia sexual, han ayudado a cambiar este mundo. Los nombres de las mujeres que han contribuido al avance científico y tecnológico ya no son ignorados, las científicas forman parte de la historia de la ciencia, aunque pervivan todo tipo de prejuicios y obstáculos.

La ciencia se escribe ahora con nombre de mujer:

Marie Sklodowska Curie (1867-1934): polaca de nacimiento, se traslada a París después de los estudio superiores, allí estudia en la Facultad de Ciencias. Junto con su marido, Pierre Curie, en 1898 aísla dos nuevos elementos radiactivos, el polonio y el radio, descubrimiento por el cual recibieron el Premio Nobel en 1903. Tras fallecer su marido, ella sigue sus investigaciones y en 1911 ganó el Premio Nobel de Química.

Iréne Joliot-Curie (1897-1956): hija de Pierre y de Marie. Al acabar la 1ª Guerra Mundial comenzó a colaborar con sus padres. En 1935 le fue otorgado, junto a su marido Fréderic Joliot, el Premio Nobel por sus investigaciones sobre la producción artificial de elementos radiactivos.

Gerty Theresa Radnitz Cori (1896-1957): nació en Praga y se trasladó en 1922 a EE.UU con su marido Carl B. Cori. Profesora de Bioquímica, ganó el Premio Nobel de Medicina en 1947 por sus investigaciones sobre la síntesis biológica del glucógeno y el mecanismo de acción de la insulina.

Bárbara McClintock (1902-1992): dedicó toda su vida a la investigación pura ,a los 20 años ya contribuyó  a diversas investigaciones de genética y citología. En 1944 fue elegida para la Academia Nacional de las Ciencias y en 1945 ocupó el cargo de presidenta de la Genetic Society of América. En 1983 ganó el Premio Nobel  de Medicina por el descubrimiento de  la trasposición genética.  

María Geoppert Mayer (1906-1972): Nació en Polonia. En 1930 se licencia en Física por la Universidad de Gottinga y en 1939 se traslada a la Universidad de Columbia, donde trabaja en la separación de los isótopos de uranio para el proyecto de la bomba atómica (Proyecto Manhattan). En 1963 obtuvo el Premio Nobel de Física por sus estudios sobre las propiedades de los núcleos atómicos.

Rita Levi Montalcini (1909): estudió medicina en Turín. Obligada a abandonar la carrera por las leyes fascistas en contra de los judíos, empezó a investigar sobre el sistema nervioso en un laboratorio clandestino. Después de la guerra se trasladó a EE.UU. y allí, identificó el factor de crecimiento neurológico, consiguiendo en 1986 el Premio Nobel de Medicina. Sigue trabajando toda su vida y, en 2009, con 100 años, confirma su tesis de que el hemisferio derecho del cerebro está menos desarrollado que el izquierdo.

Dorothy Crowfoot Hodgkin (1910-1994): de padres ingleses, nace en El Cairo y estudió química en Inglaterra a finales de los años 20. Autora de importantes estudios sobre las moléculas de interés biológico, las vitaminas y los antibióticos, recibió el Premio Nobel de Química en 1964 después de haberse convertido en miembro de la Royal Society, de la Real  Academia Holandesa de las Ciencias y de la Academia Americana de Artes y Ciencias.

Gertrude Belle Elion (1918): nació y creció en New York. La muerte de su abuelo a causa de un cáncer la impulsó a estudiar medicina. Ganó el Premio Nobel de Medicina en 1988 por sus estudios sobre fármacos contra numerosas enfermedades, entre otras la leucemia, los trastornos inmunitarios, etc…

Rosalyn Sussman Yalow (1921-2011): americana de origen europeo, estudió física después de su primera pasión por las matemáticas y la química. En 1977 ganó el Premio  Nobel de Medicina por las investigaciones que la llevaron al  perfeccionamiento de la determinación radioinmunológica de alta intensidad.

Christiane Nüesslein-Volhard (1942): nacida en Alemania, se licenció en bioquímica en la Universidad de Tubinga en 1968. Desde 1978 hasta 1980 fue jefa del Laboratorio Europeo de Biología Molecular de Heidelberg. Desde 1985 es miembro científico de la Sociedad Max Plank y directora del Max-Plank Institut de Biología de Tubinga. Consigue en 1995 el Premio Nobel de Medicina por sus estudios de genética sobre la Drosophila Melanogaster o mosquito de la fruta.

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